La larga espera llegó a su fin. Cuatro años pasaron para disfrutar un nuevo trabajo de la banda norteamericana liderada por Michael Romeo, quienes por el ’95 descubrieron el elemento “X” para unir dos mundos tales como el Metal Progresivo y el Power Metal de una forma simplemente magistral.
Julio del presente año fue el mes escogido y bajo la órbita independiente del sello Nuclear Blast, Symphony X lanza su nuevo material titulado “Underworld”, cuya carta de presentación tiene un diseño de portada de alto contenido. Hace bastante tiempo que no me quedaba admirando una portada y esto por la sencilla razón de que con la revolución digital, en la industria musical, el énfasis de una carátula no es con el arte de antaño. Acá no es el caso, con tonos que representan la sicodelia y misterio representado en máscaras (ya habitual en Symphony X) contrapuestas junto a nueve llaves de mundos, distribuidas entre lo que todos creemos ver y el despertar del inframundo. Sin duda Warren Flanagan, fiel a su estilo, nos invita a toda una experiencia con esta portada. La intriga se ve aumentada con esta antesala para sumergirnos y comenzar a revisar esta nueva placa.
“Underworld” cuenta con una producción impecable a cargo del propio Michael Romeo, y un trabajo de masterización colosal del gran Jens Bogren, con quien ya se conocían del disco “Paradise Lost”. Bogren cuenta bajo su palmarés con producciones junto a Kreator y Dragonforce, por solo nombrar algunas agrupaciones además de Symphony X.
La alineación que dio cuerpo a la interpretación y ejecución de “Underworld” está dada por Russell Allen (voz), Michael Lepond (bajo), Jason Rullo (batería), para cerrar con la dupla de verdaderos monstruos como lo son Michael Pinnella (teclados) y Michael Romeo (guitarra).
Dando inicio de una narración a lo más oscuro, con tan solo riffs, apoteósicas sinfonías, cortes infernales y guardándose el poder interpretativo de Allen, llega Overture. De corte instrumental a tal nivel de composición que nos hace sentir bajo un caos sinfónico y psicodélico, cómo las puertas al infierno se hacen presentes de una manera totalmente imponente y sublime.
Nevermore abre paso a Russell Allen y toda su calidad vocal para comenzar a describirnos el descenso al infierno, guiado por miedos y angustias, esta caída que es sostenida por riffs de latente persecución y en momentos marcadamente pesados, se matizan con toques de tecnicismo, en el cual logran brillar todos los integrantes de manera perfecta. Esta perfección desemboca en un solo acompañado de desgarradores “Nevermore” por parte de Russell Allen. Instrumentalmente Nevermore es una fotografía de los principales elementos con que este disco tomará fuerza. La extrema precisión mostrada en este tema solo es un aperitivo del talento de estos músicos.
Sigue el turno de Underworld, la caída al inframundo terminó, estamos de lleno en la oscuridad más profunda y sin duda más cerca al infierno. Si bien Nevermore fue de un corte cargado al Power Metal más clásico, Underworld carga la balanza a riffs directamente pesados, con un comienzo donde sobresale Michael Pinnella. Esta tremenda banda nos habla de cuáles son las principales cimientos de este mundo, con un coro veloz cerrado con cortes inspirados en la traición, envidia, venganza, codicia, adicción, lujuria y cuanto más…Pinnellla nos envuelve en un manto de oscuridad a través de un gran solo de teclado. Michael Romeo y los suyos nos desafían a poder zafar de esta oscuridad.
Y si la montaña rusa de sensaciones había comenzado, el eje emocional del disco había llegado. Porque un “rockero” sin romanticismo no es “rockero”. Symphony X nos trae Without You, cargada de nostalgia a través de una línea poética llevada a la acción, por la fuerza del mar y la tormenta. Russell Allen interpreta de manera magistral la carencia de lo que en algún momento cada espacio de la vida llenó, ahora es solo vacío. Con sutiles cortes de batería y matices acústicos dan vida a un solo de guitarra magnífico, cerrado con una gran presencia de Michael Lepond.
La emoción cargada de romanticismo con Without You nos dejó mirando el horizonte… Llegó el momento de despabilar señores, Kiss Of Fire nos lleva a la cara opuesta del romanticismo tan bien logrado en el tema anterior. Todo ahora es una explosión de furia. Symphony X nos entrega su gran apuesta de “Underworld”. Acá es donde los fanáticos se preguntarán, al escuchar baterías tan intensas junto a riffs del mismísimo demonio y una voz alejada de lo melódico, si es Symphony X lo que están escuchando. Y sí señores, es Symphony X, llegó el momento de quedar peinado para atrás, disfrutar del gran riesgo asumido en esta placa, bajo un esquema alejado de lo neoclásico tan característico de esta banda, Kiss Of Fire es una dosis extrema del metal más pesado ejecutado de una manera técnica sin palabras. Y no podía ser de otra forma para describir el momento en que el infierno comienza a hacer sentir su poderío haciéndonos arder. Sinfonías con cortes apocalípticos logran un ambiente para que Michael Romeo saque lo mejor de su repertorio, en una órbita que no nos tenía acostumbrado. Debido a la gran intensidad con la que finaliza el tema, es imposible no terminar cabeceando. Qué gran dosis de metal, qué gran resultado, qué gran ejecución. El tema llega a su fin y es inevitable volver a escucharlo e imaginar cómo será esto en vivo. Si bien en los últimos trabajos de la banda buscó un sonido similar, el resultado en todo su esplendor se dejó ver cuatro años más tarde, con “Underworld”.
Esta experiencia por el inframundo tiene que continuar. Si salimos airosos del verdadero súper volcán que provocó Kiss Of Fire, llega el momento de Charon y con él un equilibrio en el torbellino de emociones llevadas hasta ahora. Riffs más llevados a líneas donde destaca el destiempo, abren paso a una letra guiada por un viento atormentador sin regreso aparente. Un puente al coro donde el bombo marcado de Jason Rullo, se hace uno con el riff de Michael Romeo, quien luciéndose junto a Michael Pinnella, cierran un solo en el que Russell Allen pone broche de oro con sutiles matices sobre una base levemente atronadora, para terminar de golpe.
Dando paso al trabajo más extenso de “Underworld”, Michael Romeo nos hace entrega de Hell And Back. Punto central y aparte del disco, un comienzo de Michael Pinella con sutiles toques neoclásicos, da paso a un sinfín de elementos que hacen poner total atención en una ejecución e interpretación controlada pero, por sobre todo, elegante por parte de Russell Allen. La dinámica de respuesta entre estrofa, puente al coro del más puro Heavy metal, abrazados por el solo de guitarra, realmente hipnotiza. Elementos tan bien conjugados, hacen que no nos demos cuenta de cuanto hemos avanzado en el tema. Otro punto aparte es la frase armónica entre voz, guitarra y sintetizadores aplicados sutilmente en “Under the moonlit glow, I just can’t let it go…” Russell Allen da espacio a unos de los momentos más altos, dramáticos y simples del disco, pieza de composición que marca el momento de claridad en la oscuridad, que a la vez abre paso a los riffs y estrofas más densas del tema, aludiendo a nosotros mismos como los verdugos más duros, quienes carecemos de perdón y olvido. Esta intensidad saca a relucir un gran sólo de Michael Pinnella y Romeo. Creadores de nuestro propio infierno, es hora de tocar fondo para poder salir. Esta versión extendida cierra con un coro más intenso que el del comienzo, de cara opuesta al intro limpio en los teclados de Michael Pinnella, el tema se retira de una forma magistral. Realmente cada vez que se escucha Hell And Back, hay algo nuevo que destacar o descubrir, la gran obra del disco sin lugar a dudas. Es un trabajo de composición completo, al que no le hace falta ningún atributo característico de la banda.
Bajo un patrón rítmico veloz y rebotes en batería aliados de un poderoso riff, llega In My Darkest Hour, imponentes frases de solos que llenan cada aparente vacío del tema, Michael Romeo reluce todo su talento bajo una marcada letra por la desazón y la desesperación infernal.
De aquí en más, para aquellos que la dosis de tecnicismo aún no abastece lo que requieren sus venas, Symphony X saca de su repertorio, toda su faceta distintiva de Metal Progresivo. Pero con la experiencia que ya tienen bajo su talento, Michael Romeo y los suyos, lo hacen de forma magistral, administrando tal nivel de virtuosismo en tres temas, la trilogía final.
Run With The Devil, la destreza mediante guitarra y teclado, se hace presente con riffs rápidos y cambiantes, donde el único patrón aquí es la sorpresa, el destiempo, cortes inesperados que no dan tregua a una narración llena de incertidumbre, tal así, que llegamos a un real duelo de solos entre Pinnella y Romeo. Con un juez para sacarse el sombrero como Allen, quien realiza su interpretación más “rockera” de “Underworld”.
Para quien escucha por primera vez a Symphony X, Swan Song quizás sea el tema que más le cueste asimilar del disco. En un tono de resignación y soledad y una batería desacelerada, Michael Pinnella saca a relucir toda capacidad de interpretación. Las luces se van hacia él, ya que, si sacáramos la voz de Russell Allen, Swan Song entregaría los mismos colores y sensaciones que con intervención vocal. Bajo una base de precisión hecha con lupa, se despliega un solo de teclado deslumbrante.
Ya viviendo los últimos momentos en el infierno llega a dar broche de oro Legend, tema que con sólo las primeras las notas, bien podría haber encajado en placas como “Damnation Game” o “The Odyssey”. Pero su momento perfecto era acá en “Underworld”.Como así, perfecto también el momento que pasa, vocalmente, Russell Allen, quien en este tema deslumbra con adornos, coros altos, matizados con un desgarro digno del mejor Hard Rock en momentos de la estrofa. Digno de genios cómo arreglos vocales encajan perfecto entre un sinnúmero de notas ejecutadas en tramos cortos de tiempo. Con un pasaje instrumental lleno de fuerza, tecnicismo y fuerte emoción, Symphony X nos saca del inframundo de golpe.
“Underworld” es un disco que extiende el legado de lo que venía haciendo la banda, pero con una personalidad y sello único. Cada elemento en su medida justa, con temas para atesorar. El disco no es conceptual, pero sí una gran experiencia. Symphony X deja en nuestras discografías un material digno de colección, el cual creo que estará disputando el podio de los mejores discos del presente año. Con momentos excepcionales donde la calidad se confunde con la simpleza de una interpretación, esta banda te transporta de la emoción a la furia, en solo unos peldaños de magistrales ejecuciones instrumentales. Sin duda el poder del inframundo se hará sentir en vivo de una manera sublime.