
Prácticamente dos años pasaron desde la última visita que Paul Andrews, más conocido como Paul Di’Anno, acompañado de los nacionales Octopus, efectuase a nuestro país. En dicha ocasión la razón de su venida a Chile, más allá de una –siendo generosísimos en el concepto– muy discutible vigencia, era la celebración de los treinta años del primer disco de Iron Maiden; en esta oportunidad el gancho de la cita, y no menor, era que Di’Anno y su banda sudamericana ejecutarían los dos primeros discos de Iron Maiden en su totalidad. Digámoslo: pese a que sabemos que a Di’Anno no le queda mucha voz y que su presencia escénica llega a ser algo perturbadora, sonaba prometedor escuchar en vivo en Chile temas que nunca habíamos escuchado por un miembro clásico de Iron Maiden. Luego aparecerían algunos matices, que por problemas de derechos no podría ejecutar tres temas del Killers (Another Life, Innocent Exile y Prodigal Son), otorgándose la posibilidad de devolución del dinero a quienes se sintiesen afectados, y posteriormente en el show veríamos que tampoco ejecutó otros temas. Pero vamos a lo que sucedió.
En un Teatro La Cúpula que, a grandes rasgos, muestra altos puntos positivos para convertirse en un recinto más usado para eventos de este tipo (buena estructura para un buen sonido, buena ubicación, accesos razonables, aunque un pésimo sistema de extracción de aire, a la media hora nos convertimos todos en fumadores pasivos), puntualmente a las 20:45 horas, con un teatro prácticamente repleto (unas 1.300 personas) comenzó su presentación el primer acto soporte de la velada, los viñamarinos de Inferis, integrados por Oliver García en voces, Gonzalo Medinelli y Alejandro Chinchón en guitarras, Manuel Alarcón en bajo y Cristián González en batería, quienes debutaban en estas lides en calidad de invitados de un show internacional, y en media hora mostraron buena parte de su talento y que los tiene bien posicionados en la escena, con temas como We Fight y Burning, además de adelantar material de su próximo EP “Lead The Chain”. Más allá de que no sé si era el escenario más adecuado para la propuesta de Inferis, me dejó particularmente molesto la reacción de algunos pseudo-metaleros-me-creo-malo-y-no-le-he-ganado-a-nadie que les gritaron algunas cosas a los muchachos de Inferis y que cobardemente, y escudados en la masa uniforme de poleras negras, les gritaron algunas cosas, haciendo gala de lo más granado de ese tipo de compatriota (no todos, por cierto, aclaro) apocado, envidioso y derechamente cuma que difícilmente les diría lo mismo en la cara a la gente a la que le dice cosas escondido tras una masa o tras una mano que cubra su boca. Pero más allá de eso, y considerando que es una banda talentosa y con buenos temas, quizás a Inferis le haya faltado un poco de experiencia y “cancha” para revertir el momento a su favor, pero eso lo dan los años de circo y de grandes escenarios. A seguir adelante nomás porque el talento lo tienen.
Setlist Inferis:
01. The Arrival (Intro)
02. When Men Collide
03. Burning
04. We Fight!
05. At the Gates of Hell
06. Tradition and Blood
07. Lead the Chain
08. Think About it
Dicha “cancha” sí me parece que la mostró Alto Voltaje, banda liderada por Víctor Escobar (José de San Martín en Húsar) y que su alineación se conforma con Jonatan Cáceres y José Canales en guitarras, el Húsar Ery López en bajo y Pedro Muñoz en batería, que salió a escena a las 21:35 horas con ese estilo de Heavy Metal muy influenciado a mi gusto por el punk, directo, en castellano, rapidito y sin grandes complejidades, con una voz de Víctor que me recuerda a bandas de punk español y que en veinte minutos de show (cinco temas) no dejó espacio a ningún tipo de manifestación en contra, ni siquiera aislada. Contundente, preciso, con un repertorio corto pero muy bien elegido, con –entre otras– las estupendas Adiós a la Fábrica, Agonía, Rock & Burdel y el cover de Ángeles del Infierno, Rocker, y demostrando una gran calidad y personalidad. Algunos se preguntaban al inicio “¿y éstos quiénes son?” y al final decían “oye buena la banda”. Bien lo de los húsares Víctor y Ery y el resto de los muchachos, gran banda.

Setlist Alto Voltaje:
01. Adiós a la Fábrica
02. Agonía
03. Rocker
04. Rock y Burdel
05. Ruda y Sexy
Tras los buenos momentos de música envasada con una pantalla de video que desplegaba los videoclips, a las 22.20 se apagan las luces y comienzan los sones de la intro del show. Me sorprendió en ese instante lo prolijo que estaba saliendo todo, considerando la historia de Di’Anno y sus shows en años recientes. Sin embargo, no todo podía ser así, la intro sonó dos veces, el baterista salió a escena y los otros músicos estaban preparados, pero tuvieron que devolverse porque al parecer el cantante no estaba listo, se prendieron nuevamente las luces y sonó South Of Heaven de Slayer.
Pero ahora sí, a las 22.30, se apagan definitivamente las luminarias, suena por tercera vez la intro hasta que aparece la banda sudamericana de Di’Anno, llamada “La Bestia”, compuesta de músicos argentinos de las bandas Tren Loco y Mastifal, con tres guitarras, ejecutando la imponente y emocionante The Ides Of March… y saldría a escena Paul Di’Anno proporcionando una imagen que en esos momentos resultaría conmovedora: todos sabemos que Di’Anno presenta un importante problema en una de sus piernas, pero no sé si muchos sabíamos o dimensionábamos que el deterioro del tipo es tal que prácticamente a estas alturas no puede caminar, de hecho fue asistido por una persona de la producción para lograr llegar al medio del escenario y pararse allí a cantar. Y en ese contexto algo perturbador ejecutaron Wrathchild, clásico del Killers, dando inicio a una jornada con muchos ingredientes. Yo iba con la duda –creo que varios iban con la misma duda– de cómo iba a cantar Di’Anno, con el antecedente de que el 2010 no lo hizo mal, pero inmediatamente me percaté que al tipo le queda muy, muy poca voz. No sé si habrá sido una mala jornada o es un estado basal, pero canta poquito, le cuesta dar con los tonos y grita bastante. De todas formas la emoción de escuchar un tema tan clásico con su voz original superó las aprensiones, al menos en aquel momento.
Tras unos “te quiero mucho Santiago”, sonaría otro clásico monumental, nada menos que Prowler, que podríamos decir que es el primer tema de Maiden en cuanto a ubicación en discos se refiere. Ya sabemos que es un tema muy energético y potente, pero Di’Anno ya a esas alturas se notaba incómodo con su pierna, lo que quizás repercuta en su discreta performance vocal. De todas formas nuevamente la emoción del momento resultaba superior a otras consideraciones.
Sabemos que Di’Anno es un tipo de mucha labia y con ello comenzó a decir que estaba muy emocionado y derechamente nervioso al ver tanta respuesta del público, lo que causó varios aplausos. También fue el primer momento en que empezó a bromear amargamente con la lesión de su pierna, para luego ejecutar Marshall Lockjaw, tema de la carrera de Di’Anno post Maiden con su banda Killers, que realmente es un temazo y que habría sonado como un cañón con un mejor nivel del cantante, que luego de esto y tras nuevas palabras de buena crianza (“Santiago es de los mejores lugares del mundo” y “no sé qué hacer, quiero cantar pero quiero llorar”, entre otras), y bromear con su banda de “Spice Girls”, comenzó a ejecutar otro clásico de Maiden, Murders In The Rue Morgue. Dolía ver al tipo en escena con una molestia tan grande en su pierna, a mí por lo menos me daban ganas de ir a decirle que se fuese a descansar porque se notaba derechamente sufriendo, lo cual condiciona mucho el análisis porque cuesta disfrutar una instancia así cuando hay elementos disruptivos tan influyentes. Ello llegó a tal punto que Di’Anno tuvo que pedir ayuda para sentarse en una silla en medio del escenario, de la cual no se pararía más durante el resto del show. Para mí, al menos, fue un elemento que me quitó algunas ganas de disfrutar del espectáculo porque no es la idea pagar un ticket para ir a ver a un tipo sufriendo en el escenario, no tengo ese morbo.
El tipo, sentado en su silla, se golpeaba la pierna y la cabeza y decía “this is killing me”, apuntando a su malograda extremidad, pidiendo perdón, y matizando estos dichos con otros más “humo” como que él no era un rockstar, sino que éramos todos familia. Así, ejecutaron Strange World, un tema en el que por su estructura no basta con cubrir la voz con los instrumentos o las voces del público sino que hay que cantar, y Di’Anno lo hizo de forma menos que regular.
Luego anunciaría un tema dedicado a su “ex wife, la puta”, causando las risas del respetable, The Beast Arises de Killers, y luego otro tema de su carrera post Maiden, en este caso de Battlezone, Children Of Madness del disco homónimo de 1987, que obviamente no tuvieron la misma respuesta que los temas de Maiden y eso no debiese sorprender a nadie.

Tras saludar a su banda sudamericana, a los que definió como “La Bestia”, Di’Anno se quedó en escena sentado viendo cómo sus músicos ejecutaban de buena forma Transylvania, corte que como sabemos es instrumental. No recuerdo en alguna oportunidad haber visto una instrumental con el cantante en escena, pero en este caso la situación ameritaba habida cuenta el estado de la pierna de Paul. Luego de pedir nuevamente y por enésima vez disculpas, vendría el turno de otro clásico de Maiden, Remember Tomorrow, donde más eché de menos al Di’Anno eléctrico, intenso y potente de los ochenta, pues mostró realmente muy poco. Igualmente fue muy coreado y no se notó tanto.
Lo siguiente sería una tríada de temas extra-Maiden. Lo primero fue Impaler, que abre el disco Murder One de Killers (1992), contundente y de lo mejor de la noche extra-Maiden, luego del cual Di’Anno continuaría bromeando con su pierna, diciendo que se parecía a Stevie Wonder, incluso entonando parte del coro de “I Just Called To Say I Love You” del no vidente artista, y empalmaría dichas bromas con Faith Healer, cover de Alex Harvey que aparece en el Menace To Society de 1994 de Killers y que algunos conocerán por la versión que hace Helloween en su Metal Jukebox. Y la última de esta tríada de canciones sería A Song For You, también del Menace To Society, temas que por cierto tuvieron una respuesta algo tibia, esperablemente, pues creo que la gran mayoría estábamos allí para ver el Iron Maiden y el Killers completos.
Di’Anno comenzó a preguntar si conocían “el sexo”, iniciando una perorata que conduciría a presentar un clásico de Maiden y del amor tarifado, Charlotte The Harlot, donde por primera vez en la noche sentí que un tema salió a niveles razonablemente buenos a niveles técnicos y donde por momentos fui capaz de prescindir de la no feliz escena de ver a un cantante sentado en una silla e incapacitado para moverse. La misma sensación buena me dejó Killers, quizás el tema más pedido de la noche por parte del público y que fue altamente disfrutada y correctamente ejecutada.
Ya era el momento de los clásicos-clásicos dentro de los clásicos y vendría Phantom Of The Opera, con un público prendidísimo, cantándola completa, y con un Di’Anno que se notaba haciendo esfuerzos por dar con todos los tonos, pero que en este caso en particular me parecieron insuficientes lamentablemente. Para destacar el momento que Di’Anno se puso una toalla en la cabeza, recordándonos a algunos a ese gran personaje de nuestro mundo-freak nacional que es el Divino Anticristo.
Los clásicos continuarían con Iron Maiden, muy cantada pero quizás algo más apagada que otros temas que no habíamos visto en vivo, y con Drifter, tema que cierra el Killers y que personalmente era de las que más deseaba ver, logrando Di’Anno un nivel aceptable, pese a estar totalmente desconcentrado con el tema de su pierna, se golpeaba la misma, la cabeza, hacía gestos, pedía cigarros.
Para descansar un poco su voz, la banda ejecutó Genghis Khan, probablemente una de las más grandes instrumentales de la historia del rock, con un Di’Anno que incluso procuraba que el público corease el tema con varios “o-oooh” y simuló tocar guitarra con el bastón que recién un abnegado muchacho de la producción le había llevado, para finalizar la “primera parte del show” con Running Free, no sin antes señalarnos que éramos un mejor público incluso que Brasil. Uno entiende que los artistas nos dediquen frases de buena crianza, algunas más creíbles que otras, pero creo que el abuso es malo y contraproducente, por decir lo menos. Pero más allá de eso, con un público encendido, Running Free sería el tema para cerrar simuladamente la jornada.
Digo “simuladamente” porque ahora correspondía el encore, pero como Di’Anno no podía moverse, se quedó en el escenario y de hecho nos señaló que este era el momento donde supuestamente debía irse del escenario por un par de minutos y luego volver, pero que su pierna se lo impedía. Comenzó a hablar de que él venía del punk, que esos eran sus orígenes, y que quería homenajearlos tocando un clásico, en este caso Bliztkrieg Bop de The Ramones, que con su “Hey! Ho! Let’s Go” se ha transformado en un emblema de dicha banda y de dicho estilo musical, y que varios cantamos como “Bilz y Pap”. Y con el último tema de la noche, la no menos clásica y muy cantada Sanctuary del primer trabajo de la Doncella de Hierro, siendo las 00.20 horas, se cerraría el show de Di’Anno en Chile, con los sones envasados de “Don’t Worry, Be Happy”.

En los puntos positivos del show hay que destacar, primero –y pese a ciertas desprolijidades- la puntualidad, que se agradece y debiese ser un mínimo en cualquier artista que respete algo al público que compra sus discos o que paga la entrada para sus shows. También el sonido, que hace postular a la Cúpula como un recinto altamente apto para este tipo de espectáculos, más allá de ser una concentración de humo de cigarro asesina para los pulmones. También por supuesto la amplísima respuesta del público que prácticamente repletó el recinto y que coreó gran parte del show de Di’Anno. Pero es imposible sacar del análisis lo perturbador que resultó ver al cantante en una situación física tan desmejorada, que condiciona no sólo su performance vocal y escénica sino que derechamente –y a esto, a mi juicio, no puede llegar un artista– por instantes a generar algo de pena. Es cierto, hace rato que Di’Anno vive de las rentas –legítimas por cierto– que le da el hecho de haber formado parte importante de la que a mi juicio es la banda más grande de todos los tiempos, pero quizás llegue el momento de cuestionarse si está apto para hacer un tour, viajar para todos lados, cantar hasta altas horas de la noche y quizás qué otras actividades, en estas condiciones. En particular, a mí me afectó para disfrutar mayormente el show, pese a que la promesa era atractiva. Veremos qué pasa en el futuro, con Di’Anno nunca se sabe… por ahora tuvimos un show donde en lo formal se cumplió con buena parte –no todo, ojo, faltó Purgatory e hilando más fino Twilight Zone–, pero que estuvo teñido de cosas ajenas a la música que no ayudan a un mejor sabor de boca.
Setlist Paul Di’Anno:
01. Intro
02. The Ides of March
03. Wrathchild
04. Prowler
05. Marshall Lockjaw (Killers)
06. Murders in the Rue Morgue
07. Strange World
08. The Beast Arises (Killers)
09. Children of Madness (Battlezone)
10. Transylvania
11. Remember Tomorrow
12. Impaler (Killers)
13. Faith Healer (Alex Harvey)
14. A Song for You (Killers)
15. Charlotte the Harlot
16. Killers
17. Phantom of the Opera
18. Iron Maiden
19. Drifter
20. Genghis Khan
21. Running Free
22. Blitzkrieg Bop (The Ramones)
23. Sanctuary